Legado de Stephen Covey

Por el julio 25, 2012

El 16 de julio del 2012 falleció Stephen Richards Covey, reconocido autor de muchos best-sellers como el de Los 7 Hábitos de las Personas Altamente Efectivas

El 16 de julio del 2012 falleció Stephen Richards Covey, reconocido autor de muchos best-sellers como el de Los 7 Hábitos de las Personas Altamente Efectivas. Mientras asimilaba su pérdida, he recibido cientos de correos electrónicos, he leído blogs y artículos, visto videos sobre su figura y oído podcasts, y  me he dado cuenta cómo ha conseguido impactar en las vidas de innumerables personas de forma significativa. Entre éstas personas se encuentran líderes empresariales, famosos autores de libros de management, profesores, amas de casa, miembros de comunidades religiosas, niños o adultos de los cinco continentes, lo que demuestra que los principios que enseñaba eran, y son, aplicables a cualquier tipo de persona, independiente de su género, nivel de formación, edad, religión, cultura o ideal político. Creo sinceramente que el legado que nos ha dejado perdurará para siempre y que nos servirá para crear una sociedad más equilibrada y próspera.

«El activo más importante de una empresa son sus empleados» – Stephen Covey

Me gustaría compartir uno de los enfoques de Covey que más me ha hecho reflexionar. Si nos centramos en el mundo empresarial, está claro que nos estamos enfrentando a uno de los momentos más retadores de la historia de la humanidad. La crisis financiera, el desempleo y la globalización de mercados han creado una situación tan difícil que habremos de afrontarla con inteligencia y paciencia. Sin embargo, también constituyen una oportunidad sin precedentes para el crecimiento y bienestar de las personas, las familias, las organizaciones y toda la sociedad, si somos capaces de cambiar nuestros paradigmas y, en algunos casos, reinventándonos. Su liderazgo centrado en principios es una forma de pensar que nos permitirá paliar esta crisis y garantizar la sostenibilidad de nuestra sociedad si conseguimos cambiar nuestro paradigma sobre el activo más importante de cualquier empresa: sus empleados.

Legado de Stephen CoveyMe explico: Con frecuencia vi a Stephen Covey preguntando a los asistentes en sus intervenciones públicas: “¿Cuántos están de acuerdo en que la gran mayoría de los empleados de vuestras organizaciones poseen mucho más talento, capacidad, creatividad e inteligencia de lo que requiere su trabajo actual o de lo que se les permite utilizar?” Una gran mayoría levantaba la mano. Esto sucedía con grupos en todo el mundo. Aproximadamente, el mismo porcentaje reconocía que se encontraba bajo la inmensa presión de producir más con menos. Pensemos en lo siguiente: por un lado, las personas se enfrentan a una nueva expectativa que va en aumento, la de producir más por menos y, sin embargo, sienten que ni siquiera se les permite contribuir con su talento e inteligencia. Éste es un problema de liderazgo fundamental.

Para comprender sus implicaciones debemos entender las cuatro eras económicas de la civilización.

Imaginemos por un momento que retrocedemos en el tiempo y somos cazadores y recolectores de alimentos. Todos los días salimos a buscar comida para nuestras familias. Eso es todo lo que conocemos.

Entonces, alguien viene y trata de persuadirnos para que nos convirtamos en lo que llaman “agricultores”. Los vemos remover la tierra, arrojando pequeñas semillas, los vemos regar, quitar las malas hierbas, y no vemos nada más. Pero, con el tiempo, recogemos una gran cosecha. Notamos que su rendimiento como agricultores es 50 veces mayor del que tenían como cazadores y recolectores. ¿Qué haríamos? Poco a poco, atravesaríamos el intenso proceso de aprendizaje para convertirnos en agricultores. Necesitaríamos aprender nuevas destrezas y utilizar nuevas herramientas. Finalmente, criaríamos a nuestros hijos y nietos para ser agricultores. Eso es exactamente lo que sucedió en los primeros tiempos en la historia. Con el tiempo, experimentamos una reducción de más de un 90 % en el número de cazadores y recolectores.

Entonces llegó la Era Industrial. Las personas construyeron fábricas y aprendieron a procesar materias primas a través de un proceso productivo, con altos niveles de eficiencia. Tenían que desarrollar un conjunto nuevo de habilidades. La fábrica de la Era Industrial producía 50 veces más que la granja familiar. A lo largo del tiempo, el número de agricultores se redujo en más de 90 %.

Ahora hemos entrado en la Era del Trabajador del Conocimiento y la Información. ¿Podemos creer que esta era producirá 50 veces más que la Era Industrial? Es muy posible. Estamos viéndolo ahora mismo. Producirá 50 veces más, no 2 ni 3 ni 10 veces, sino 50 veces o más. Los principales motores de la prosperidad económica en la Era Industrial fueron las máquinas y el capital: en otras palabras, cosas. Las personas eran necesarias pero eran vistas como un recurso (cosa) más y, por tanto, remplazables.

El problema hoy es que, a pesar de estar viviendo en la Era del Trabajador del Conocimiento, muchos de los procesos y sistemas de la gestión moderna provienen de la Era Industrial. Esto se ve reflejado en muchos de nuestros procesos de selección, contratación y despido, nuestros sistemas de evaluación del desempeño, nuestros sistemas de remuneración, y hasta en la forma en la que nos comunicamos con las personas. La propia contabilidad financiera (el principal sistema de información y guía de la gestión empresarial) proviene de la Era Industrial, en la que se consideraba a las personas como un gasto, mientras que los equipos y ordenadores se consideraban como una inversión.

Pensemos en el impacto de este planteamiento:

  • Con el enfoque de la Era Industrial, las personas eran orientadas para ocupar un puesto. Debían adaptarse a un sitio. En la Era del Trabajador del Conocimiento, las personas son guiadas hacia su mayor contribución única.
  • El directivo de la Era Industrial ve a las personas como empleados o subordinados. La motivación es externa, “el palo y la zanahoria”: si produces, obtienes la zanahoria; si no produces, te damos con el palo. Una peculiar forma de estimular la motivación de las personas.
  • En la Era del Trabajador del Conocimiento, las personas son tratadas como colaboradores y socios. La mentalidad en la Era Industrial es la del control, controlar a las personas. La mentalidad del Trabajador del Conocimiento es una mentalidad de liberar el talento, una forma de autonomía dirigida.

La convicción de Stephen Covey se asentaba en una premisa clave, que divulgaba por todos los rincones del mundo, “se lideran personas, se gestionan cosas”.

En definitiva, uno de los grandes problemas que impide el aprovechamiento de las potencialidades y talento de las personas y constituye una barrera al compromiso es que, aún hoy, gestionamos las personas como cosas, pero las cosas no tienen libre albedrío. Las personas se lideran. Y las personas sí tienen libre albedrío. Si no cambiamos nuestro paradigma en ésta Era del Conocimiento, tendremos grandes dificultades para sobrevivir y de crecer de forma sostenible. Por ello, debemos cambiar nuestro mapa mental y potenciar el capital humano que, al fin al cabo, es el que produce nuestros resultados y garantiza con su implicación y desarrollo los resultados del mañana.

Christian Tyden, Director General FranklinCovey España, Grupo Cegos

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