El fin de semana pasado me encontré con un antiguo amigo al que reconocí de inmediato porque, a pesar de los años que hacía que no le veía, seguía exactamente igual, como si hubiera hecho un pacto con el diablo. Era un alto ejecutivo de una entidad bancaria, felizmente prejubilado en aquellos buenos tiempos de bonanza económica, con quien había trabajado codo con codo en numerosos proyectos.
Tras el abrazo de rigor, salió la primera exclamación: “¡Pero si estás igual! ¡Por ti no pasan los años!”.
“Muchas gracias, Javier. Desde que me jubilé me he enganchado al deporte y la verdad es que me encuentro muy bien. Al principio fui al gimnasio, pero aquello no iba conmigo. Me aburría, no sabía qué ejercicios hacer, me sentía patoso entre tanto musculado y musculada…, así que decidí buscarme un entrenador personal, un atleta profesional que se retiró. Y ahí cambió todo. Tres días a la semana me dice los ejercicios que tengo que hacer y me los regula, los otros tres días corro un poco para no perder el tono muscular…y los domingos descanso”.
Nos tomamos una bebida isotónica cada uno, y nos pasamos nuestras cuentas de correo, tweeter, facebook y de linkedin para no perder el contacto.
Cuando volvía a mi casa iba pensando en la importancia de sentirse bien consigo mismo antes que otra cosa, y que el “café para todos” puede aburrir, cansar y sentirse patoso, como le pasó a mi amigo en el gimnasio. Cuando uno está bien, el entorno mejora.
Me acordé también de mis profesores y maestros. De los que mejor recuerdo tengo, son de aquellos que me exigieron más, que me hicieron sentirme importante, que me dejaron pensar a mi aire, induciéndome con habilidad a penetrar en conocimientos que ni siquiera intuía.
Y de ahí pasé, cómo no, a pensar en la formación. Cuando era alumno en mis años mozos, esos buenos profesores que tuve me impartieron las enseñanzas generales a mí y a todos mis compañeros por igual. Era la “formación en mínimos”, lo básico para aprobar, pero, si te gustaba la asignatura o el profesor y quería “sacar nota”, ya me preocupaba yo de pedir bibliografía complementaria, de hacer trabajos extras, de implicarme en algún área concreta del conocimiento.
Por eso los Planes de Formación debieran de cumplir ese “mínimo común múltiplo” para hacerte un excelente profesional y, a la vez, abrirte otras áreas de conocimiento en las que poder profundizar y “sacar nota”.
Y ahí entra el coaching. Con una sólida base de conocimientos profesionales, el Responsable de Formación debiera abrir esos nuevos caminos, esas nuevas
inquietudes que afloran personalmente en cada uno de nosotros para ser mejor profesional y, en definitiva, mejor persona. Eso supone que el entrenador personal esté sólidamente preparado, como el atleta retirado que entrenaba a mi amigo. Que tenga los suficientes conocimientos para ayudarte en la apertura a nuevos retos y que conozca el mundo empresarial en el que te mueves, exigiéndote en la medida en que puedas hacerlo.
El coaching es como el queso: el complemento de una mala comida o el suplemento de una buena. El complemento de la formación que hayas tenido en tu vida profesional o el suplemento para llegar a la excelencia.
Javier Nieto, Consultor Director de Cegos España
Deja un comentario
Cristian Martinez Il y a 9 años (21h09)
A principios de 2015, mi empresa me propuso hacer un proceso de coaching. Por mi cabeza pasaban mil ideas y todas eran contrarias a formar parte de este proceso. Nunca imagine y nunca podré agradecer más a mi empresa, por haberme dejado formar parte de un proceso de coaching. Es
poco común en bizkaia que las empresas inviertan en este tipo de proyectos pero, nuestra empresa siempre con la vision puesta en el futuro ha apostado por ello. Gracias a ella y gracias a mi coach, de people innova ( www.peopleinnova.com ). Continuar leyendo
Patsy Il y a 8 años (11h24)
Thta's the best answer of all time! JMHO