El conflicto silencioso es una de las causas más importantes de la pérdida de competitividad de las organizaciones. En algunas ocasiones es la razón principal de la caída de las mismas.
Hace unos días, leyendo un libro relacionado con el Storytelling, encontré una serie de afirmaciones que identificaban al silencio de los trabajadores como una de las causas principales del fracaso de las empresas.
El autor describía un círculo de “inasertividad”, en el que los trabajadores evitaban sistemáticamente aportar sus ideas, mostrar sus sentimientos y comunicar sus preocupaciones.
Del mismo modo, los canales de comunicación interpersonal, formales e informales estaban cargados de resistencias e incapacidades impidiendo el traspaso de información importante para el desempeño de la empresa.
Esta pérdida de información constante, la ausencia de conocimientos transmitidos y el descenso en la productividad que el círculo de resentimiento generaba en las personas “inasertivas”, mermaba cuando no destruía la competitividad de la empresa en el mercado, y en muchos casos su desaparición.
¿Es tan importante comunicar intereses, derechos y sentimientos en la empresa? ¿Es beneficioso afrontar el conflicto? ¿Qué efectos tiene la falta de comunicación inter pares?
Sin duda la ausencia de comunicación provoca una pérdida de información continua que socava el funcionamiento de la empresa. Es como un escape de agua en alguna de las tuberías que irrigan nuestra casa. Cada gota de agua que se pierde es dinero tirado a la basura.
La carencia informativa es similar a la humedad creciente que el agua provoca en todo lo que le rodea, pudriendo y erosionando lo que encuentra a su paso. El conflicto latente es una erosión que dificulta el trabajo de los colaboradores.
¿Pero si la ausencia de comunicación y la evitación del conflicto son perniciosas, porque se siguen perpetuando en nuestras organizaciones?
A decir verdad, no tengo respuestas definitivas al respecto. Algunos analistas consideran que son el producto de un periodo de evolución que procede de los gremios artesanales, donde el orgullo del oficio y la pasión por el trabajo desempeñado, generaban un mutismo casi religioso, pasando luego por el bullicio de las factorías incipientes de la revolución industrial, hasta la imposición final del silencio por la autocrática empresa de finales del siglo XIX y primeras seis décadas del XX.
De todas formas no podemos culpar al silencio impuesto por el ordeno y mando autoritario, del cien por cien de los males y del fracaso actual de algunas compañías. Considero que existen un conjunto de creencias generalizadas, que no principios, que hacen pensar que determinados comportamientos se relacionan con una buena educación o una prudencia mal entendida.
Independientemente de donde procedan dichas creencias, la realidad es que en ocasiones, la falta de comunicación asertiva en las empresas alimenta un continuo “inasertivo” en el que el trabajador evita mostrar deseos, derechos e intereses en la empresa, descargando el resentimiento generado en su ámbito personal o familiar lo que merma sobre manera su descanso y regeneración de la capacidad productiva.
Del mismo modo, su motivación en el trabajo, su orientación al desarrollo y su nivel de compromiso con la organización se ven seriamente afectados haciendo descender el rendimiento a límites de no competitividad, y lo que también es muy importante, el conocimiento e información organizativos se pierden por completo.
Trabajar sobre la confianza de los empleados para mostrar su parecer, compartir ideas y participar en el desarrollo y devenir de la empresa, son aspectos que de ser correctamente gestionados, pueden evitar que la empresa muera por desinformación e “inasertividad”.
José Enrique García, Consultor de Cegos
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