En mi experiencia como consultor he presenciado y compartido situaciones donde el silencio ha jugado un papel fundamental en proyectos para satisfacer necesidades, desarrollar actuaciones concretas y gestionar escenarios conflictivos.
Puede parecer contradictorio que la ausencia de palabras consiga resolver situaciones, promover el desarrollo de competencias o favorecer aportaciones espontáneas llenas de riqueza, sin embargo es cierto que el silencio juega un rol relevante en muchas ocasiones.
El uso inteligente del silencio, cien por cien ligado a la comunicación y al impacto de la misma, puede ser clave en el desarrollo y puesta en práctica de la competencia liderazgo, en la capacidad de influir y persuadir de las personas o en el desenlace de una negociación eficaz.
Es una técnica o herramienta que refuerza el mensaje y mantiene la atención del interlocutor incrementando el impacto del mismo. Se puede usar mediante una pausa previa e intencionada a la expresión de una idea estratégica o crucial. Sin lugar a dudas, el peso de la atención recae sobre el emisor y se facilita enormemente la transmisión y resultado de su mensaje.
Otro uso relacionado con el silencio, se puede dar en entrevistas, sobre todo de evaluación de competencias, muy comunes en procesos de assessment, development o selección de personal. La realización de una pregunta seguida de la respuesta inmediata del evaluado, se puede acompañar de un silencio relativamente prolongado y sostenido que genera un cierto clima de tensión roto por una nueva aportación del participante o evaluado. Se entiende que el silencio en estas situaciones es incómodo.
Aseguran los expertos que las palabras proporcionadas por la persona para cortar el silencio que le apura, son tremendamente espontáneas llegando a ser casi tan inconscientes como el lenguaje no verbal. Eso es muy bueno porque facilita la percepción de los rasgos de personalidad y los niveles competenciales reales del individuo.
No obstante, hoy he tenido la oportunidad de presenciar un nuevo uso del silencio que no solo ha permitido centrar la atención generando un alto impacto y propiciar la aportación de apreciaciones sinceras y espontáneas, sino que ha suscitado la acción y la producción de un entregable de especial importancia en el desarrollo de un proyecto de ejecución en una importante multinacional.
Si tuviéramos que denominarlo de algún modo, lo llamaría “el fenómeno del silencio empático”, no obstante por su capacidad de dinamizar la capacidad creadora y por lo tanto productora de nuevas ideas, lo quiero bautizar como “el fenómeno del silencio productivo”.
Para entender porque lo sitúo a medio camino entre la empatía y la productividad es importante conocer los matices y características del empleo de este tipo de silencio. Por un lado utiliza lo que Stephen Covey denomina en su libro “Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas”, la escucha empática.
Empezando por una introducción que sitúa a los participantes en el punto de partida para empezar a trabajar, el consultor lanza una pregunta para suscitar la acción. Ante las primeras aportaciones, el mismo utiliza la reformulación y promueve un flujo continuo de nuevas ideas y matizaciones que comienzan a moldear la estructura del entregable. Hasta aquí el inicio de la best practice y por lo tanto su vinculación con la escucha empática.
Ante las últimas ideas puestas sobre la mesa, ideas muy estructuradas y trabajadas fruto de las reformulaciones realizadas, los participantes aguardan la mano del consultor para que traduzca al lenguaje de la metodología sus ideas y les ayude a darle “forma operativa”, y así, cerrar la sesión y salir con la sensación de haber participado en una actividad productiva.
Sin embargo, lejos de actuar así, el consultor opta por callarse ante la supuesta conclusión del brainstorming y la estructuración de aportaciones finales, y justo aquí, se produce lo que denomino “el fenómeno del silencio productivo”.
Los participantes, lejos de contrariarse o simplemente enunciar que no tienen nada más que decir, empiezan a interaccionar de forma espontánea entre ellos utilizando y poniendo en práctica una dinámica de preguntas y respuestas que son acompañadas de actuaciones de escucha empática de unos hacia otros.
Se produce una interlocución propia de equipos de alto rendimiento que desencadena la aportación de las bases y cimientos del entregable final y se multiplican por dos los resultados que supuestamente se habían obtenido con la última reformulación.
Sin lugar a dudas el desempeño y actuación de este grupo será referencia para otros y alcanzará resultados efectivos consecuencia de la implicación, participación y compromiso creado.
Una vez se acaba la sesión, solo me queda darle la enhorabuena al consultor que ha conseguido, desde un paradigma totalmente distinto, generar una nueva forma de obtener resultados excelentes y liberar el potencial creador de las personas.
José Enrique García, Consultor de Tea Cegos
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