En ocasiones, un nivel de compromiso con el negocio mal entendido, puede llevar a un entrampamiento tal, en pos de derrotar a los rivales, que puede orientar a las organizaciones a una lucha sin fin donde se olvidan la racionalidad y la perspicacia de negocio.
“La rivalidad entre los competidores existentes se acrecienta cuando los rivales están muy comprometidos con el negocio y tienen aspiraciones de liderazgo, sobre todo si tienen objetivos que van mucho más allá de la rentabilidad económica en una industria concreta” (Porter, 2009, 49)1
En línea con Porter, en ocasiones se produce una rivalidad tan pronunciada entre diferentes organizaciones, que en función de los niveles de compromiso de las personas que la forman, se pueden dar fenómenos de entrampamiento que lleven a sus miembros a luchar por ganar, mucho más allá de si merece la pena o no en función de la rentabilidad asociada a los proyectos desarrollados.
Como se enunciaba en el post previo Kano &Herzberg, existen factores higiénicos que una vez cubiertos, allanan el terreno para la gestión y activación de los motivacionales. A mi entender el compromiso se nutre de un conjunto de rasgos personales de conducta unidos a una situación sostenible donde se evidencian incidentes críticos de motivación como son:
- El reconocimiento.
- La participación.
- La autonomía.
- El enriquecimiento del puesto.
- La significación del trabajo.
- La autorrealización, etc…
Pero ¿Pueden los colaboradores de una empresa competir hasta el límite con sus concurrentes, sumidos en una guerra ganar-perder, simplemente por el “compromiso con el negocio”? ¿No es más razonable que el compromiso te impulse a luchar con racionalidad por aquello que genera rentabilidad económica independientemente de la derrota del concurrente? ¿Quiere decir Porter con el compromiso con el negocio a otra cosa?
Me cuesta identificar la respuesta correcta, sin embargo, considero que el compromiso de los colaboradores, liderado desde principios de efectividad, llevaría a luchar bajo un paradigma ganar-ganar donde la “rivalidad” se entendiera desde un punto de vista integrador y constructivo.
Es un reto actual, en el desarrollo de competencias, superar factores determinantes de la educación de una persona que la habilitan para la responsabilidad y el compromiso, y entender que se pueden trabajar incidentes críticos (además de los factores de Herzberg), que faciliten el engagement integrador (ganar-ganar), que lleven a las organizaciones a actuar bajo criterios racionales.
1 PORTER MICHAEL E. (2009) Ser Competitivo. Barcelona: Ediciones Deusto.
José Enrique García, Consultor de Cegos
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